Una canción suena: "Machacamos nuestros cuerpos prietos por un sueño de cartón". Mantienes, inconscientemente, la mirada perdida a través de la ventanilla del coche. Sin ver, no paras de ver. Son imágenes. Por tu mente. A toda hostia. Y haces balance de lo vivido, de lo no vivido, de lo que nunca vivirás y de lo que probablemente sí.
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